COMIENZO DE CURSO
Entradas al edificio escolar
La entrada del alumnado de 3º y 2º de Educación infantil y primer bloque se realizará por la puerta de conserjería cercana a la pista de baloncesto. Para ello una persona de referencia acogerá al alumnado (que podrá acudir acompañado sólo de un adulto por familia) a partir de las 9.10 horas hasta las 9.30 horas registrando la asistencia del alumnado y la información que las familias deseen transmitir a las tutoras y tutor de sus hijos e hijas. Antes de acceder al centro se realizará la higiene de manos con solución hidroalcohólica. Una vez finalizado el tiempo de acogida será el personal de conserjería quien se encargará de la gestión de la entrada del alumnado.
La actividad deportiva en el espacio exterior del 1er bloque de Educación Primaria es de 11.45 a 12.30h.
La entrada del alumnado de 1º de Educación Infantil se realizará por la puerta de conserjería cercana a la cancha de fútbol siguiendo los mismos criterios que el resto de educación infantil y primer bloque, exceptuando el período de acogida en el que un adulto podrá permanecer en el aula como máximo hasta el 18 de septiembre. Después de esta fecha una persona del equipo de infantil realizará la acogida de las familias siguiendo las mismas pautas que el resto de educación infantil y primer bloque.
La entrada del alumnado de 3º a 6º de Educación Primaria (incluido 6ºC) se realizará por la rampa lateral del edificio. Para ello una persona de referencia acogerá al alumnado (que podrá acudir acompañado sólo de un adulto por familia) de las 8.50 horas hasta las 9.10 horas registrando la asistencia del alumnado y la información que las familias deseen transmitir a las tutoras y tutor de sus hijos e hijas. Antes de acceder al centro se realizará la higiene de manos con solución hidroalcohólica y la subida a la primera planta se realizará por la escalera del ascensor. Una vez finalizado el tiempo de acogida será el personal de conserjería quien se encargará de la gestión de la entrada del alumnado.
La actividad deportiva en el espacio exterior del 2º y 3er bloque de Educación Primaria es de 11.15 a 11.45h. La organización de la entrada queda recogida en el documento de organización del espacio exterior.
A las 11.45 será el momento en el que el alumnado de 5º y 6º que lo necesite podrá hacer uso de los baños con supervisión del profesorado. Los docentes que acompañan a 5º de primaria supervisarán el baño de chicas y los que acompañan a 6º de primaria el baño de chicos.
Salidas del edificio escolar
En el momento de salida del alumnado, el profesorado que esté en las aulas irá acompañando delante a sus alumnos y alumnas. En el caso de que el grupo se encuentre en euskera o religión la especialista acompañará al aula y se conformará el grupo para bajar con su tutor o tutora. El alumnado no debe quedarse en clase o en los baños sin el permiso expreso del profesorado.
El alumnado del 2º bloque de Educación Primaria que necesite ir al baño podrá hacerlo unos minutos antes de las 11.15h, regresará al aula y saldrá con el grupo acompañado del maestro o maestra que se encuentre en ese momento impartiendo su área.
La salida general del alumnado de 3º a 6º de Educación Primaria se realizará entre las 14.00 y las 14.10h. Los usuarios y usuarias del comedor saldrán para realizar el lavado de manos antes de las 14.00h, bajo la supervisión de la persona de guardia de la sexta sesión, y regresarán al aula para bajar con su grupo.
El alumnado de Educación Infantil y 1er bloque de Educación Primaria saldrá acompañado por sus tutoras. Las especialistas del bloque realizarán entre las 14.10 y las 14.20 el acompañamiento durante el aseo de manos y la entrada al comedor. En caso de estar cubriendo guardia en estos bloques se recuerda que los alumnos y alumnas esperarán con el profesor/a y cuando vean a sus familiares avisarán y se irán. Hay ocasiones en que son los hermanos mayores quienes recogen a los pequeños.
PROYECTO SKOLAE
Plan de Coeducación 2017-2021 para los centros y comunidades educativas de Navarra.
SKOLAE (Saber +)
García Galdeano pondrá en marcha el proyecto ‘Radio Patio Irratia’
El Consistorio quiere que el alumnado de Primaria genere y difunda contenidos de la Txantrea
Sábado, 17 de Marzo de 2018 – Actualizado a las 06:02h. Diario de Noticias
La iniciativa fue presentada ayer en rueda de prensa por la concejala delegada de Cultura y Educación, Maider Beloki, y la directora del Área, Maitena Muruzabal, que han estado acompañadas por el director del CP García Galdeano, Miguel Cosme, y por el profesor del centro Borja Colomina. El epicentro de este programa será una caseta instalada en el patio que se ha adecuado para pasar a convertirse en un pequeño estudio o locutorio de radio. Además, el alumnado contará con la Irrati-radio maleta, un pequeño estudio móvil que permitirá la grabación de contenidos para las producciones de los programas en el estudio.
El presupuesto de Radio Patio Irratia asciende a 16.272,14 euros. Esta iniciativa se enmarca dentro del festival Ibaiertzen, puesto en marcha el año pasado junto con la Asociación Iruñea NOLA?, con el objetivo de potenciar el valor de la música como práctica comunitaria que impulsa transformaciones sociales.
Este año el Ayuntamiento ha querido ir más allá y, además de las actividades culturales y artísticas propias del festival, que en este 2018 trasladará su acción de San Jorge a Etxabakoitz, se ha creado este programa Radio Patio Irratia para involucrar a otro barrio y también a otro sector de la población como es el escolar.
La elección del CP García Galdeano tiene que ver con el proyecto educativo Voces- Latidos-Resonancias que el centro está llevando a cabo y para el cual obtuvo el apoyo del Centro de Arte Contemporáneo de Huarte, a través de la convocatoria Territorio Escuela. Radio Patio Irratia será uno de los programas o acciones que permitan llevar a cabo los objetivos del proyecto. – D.N.
Entrega de premios del concurso de poesías y dibujos inspirados en la obra de Gloria Fuertes
El pasado martes 6 de febrero en la sección infantil de la Biblioteca de Navarra se hizo entrega de los premios a los mejores dibujos y poesías inspirados en la vida y la obra de Gloria Fuertes y en el que participó el alumnado de los diferentes colegios que visitaron la exposición del centenario durante los meses de noviembre y diciembre. La entrega se hizo en el marco de un espectáculo titulado “Gracias, Gloria”. Las actrices y narradoras Marisa Serrano, Izaskun Mujika y Leyre Arraiza, que hicieron las visitas guiadas a la exposición y constituyeron el jurado, fueron también quienes el pasado martes, en el curso de una velada muy especial en la que se contaron cuentos y se recitaron poemas y anécdotas de la vida de la poeta madrileña, entregaron los premios en las diferentes categorías.
Categoría infantil:
- Dibujo: Ana López de Goicoechea Nieto (Colegio Público Oteiza)
- Poesía escrita “in situ”: Israel Jiménez Abadiano (Colegio Público Oteiza) (lo recogieron sus compañeros en su nombre)
- Poesía escrita en el colegio: Anabel Osasogie Egbenoma (Colegio Público García Galdeano – Pamplona)
Categoría juvenil:
- Dibujo: Marina (Alaitz ikastetxea – Barañain)
- Poesía escrita “in situ”: Vera (Colegio Vedruna – Pamplona)
- Poesía escrita en el colegio: Mikel Azcona Murugarren (Colegio Público Oteiza)
Mención especial:
Trabajo colectivo realizado por alumnas y alumnos del Aula TEA (Colegio Público García Galdeano – Pamplona) (Premio colectivo): Unai Rípodas Cambra, Martín Rumenov Andonov, Ixone Aguado Jimeno (recogió el premio en nombre de sus compañeros), Nicolás Ibarra Pérez y David Berrio Berrio
Los premios consistieron en libros de poesía y pósters de Gloria Fuertes para los premios de poesía y material de dibujo-pintura y póster de Gloria Fuertes para los de dibujo. En el caso del aula TEA el premio fue colectivo y consistió en dos libros para el aula, además de una caja de pintura de dedos y un póster de Gloria Fuertes.
Leer noticia aquí Cultura Navarra
CONCURSO DE NAVIDAD APYMA G:Galdeano
Buenos días a todos/as:
En primer lugar, queríamos agradecer a todo el claustro de profesores el esfuerzo realizado en la realización de la decoración de las puertas, no era nada sencillo darle un toque navideño y original a la propuesta y desde luego estamos gratamente sorprendidos, han quedado unas puertas maravillosas. Reconocemos también el esfuerzo y la ilusión con la que seguro los niños han participado en su elaboración. Gracias también a los especialistas que se han animado a decorar las puertas de sus aulas, animando así la Navidad.
Tras una gran deliberación y lamentando no poder darles a todas las aulas el premio, pasamos a detallar los ganadores de cada ciclo.
INFANTIL: 2º (Aula de Paz)
PRIMER CICLO: 2ºA
SEGUNDO CICLO: 3ºA
TERCER CICLO: 6º
AULA T.E.A
Os recordamos que el premio consiste en 20€ por ganador, que se destinaran al almuerzo del día 22 de Diciembre. El presidente pasara por secretaria a hacer entrega del dinero.
Sin otro particular, os deseamos Feliz Navidad a todos.
Un saludo.
APYMA
DECORACIÓN DE PUERTAS
La comunidad escolar del centro celebrará el próximo VIERNES, 22 de DICIEMBRE la última jornada previa a las vacaciones de Navidad. Entre las actividades previstas para el alumnado estarán la visita del Paje real y el Olentzero, manualidades, visualización de películas, juegos, teatro, talleres y almuerzos comunitarios.
El horario será continuo comenzando a las 9:00h. y finalizando a las 14:00h. Animamos al alumnado que lo desee a acudir al centro vestido de casero, cumpliendo así con una tradición típica en estas fiestas o bien con trajes propios del país de origen o cultura.
Recordar también que el servicio de comedor se mantiene y que el horario de recogida del alumnado será antes de las 15:30h. Los usuarios que no vaya a hacer uso del servicio, por favor, AVISAR A LA RESPONSABLE.
Por último aprovechamos todo el equipo de profesionales que trabaja en el centro, maestros y maestras, cuidadoras, administrativa, conserjes, personal de Jangarria y personal de limpieza para DESEARLES QUE DISFRUTEN DE ESTOS DÍAS TAN ESPECIALES Y TENGAN UN BUEN COMIENZO DEL NUEVO AÑO 2018.
REUNIONES 2017
INFANTIL
- Primero de Educación Infantil: se llevará a cabo más adelante.
- 2º y 3º de Educación Infantil: lunes, día 2 de octubre, a las 17h en sus aulas.
PRIMARIA
- 1º y 2 de Educación Primaria: miércoles, día 27 de septiembre, a las 16:00h
- 3º y 4º de Educación Primaria: jueves día 28 de septiembre, a las 16:00h (en sus aulas)
- 5º y 6º de Educación Primaria: jueves día 5 de octubre, a las 17:00h (en sus aulas)
Consideramos importante vuestra visita
DESPEDIMOS AL ALUMNADO DE SEXTO
MATERIAL para iniciar CURSO 2017-2018 (+Info)
CALENDARIO 2017-2018
Fin de CURSO
El próximo 20 de junio, se celebrará la fiesta de final de curso. La despedida del alumnado de 6º de Primaria se celebrará a las 12.00 horas de la mañana. Como en años anteriores invitamos a toda la Comunidad a participar en este acto y acompañarnos.
La hora de salida de alumnos /as será como siempre a las 13.00h. En torno a las 14.00h compartiremos una comida en el patio del colegio y a la que esperamos no faltéis. Dado que será fuera del horario escolar, los menores estarán a cargo de algún miembro de la familia u otro adulto que se responsabilice de ellos.
El servicio de comedor funcionará con normalidad hasta las 15h. En caso de no hacer uso, avisar.
La APYMA del centro ha organizado «Hinchables» que se podrán disfrutar desde las 15.00 hasta las 19.00h. Habrá también pintacaras. A las 17.00h de la tarde tienen previsto una merienda (bocadillo y refresco) que costará 1€.
¡OS ESPERAMOS A TODOS/AS!
El colegio milagro que revoluciona la educación en España.
El Mundo. 19/03/2017
Reportaje fotográfico por Guillem Sartorio
El Joaquim Ruyra desafía todos los dogmas del sistema educativo: está en un barrio conflictivo, el 92% de los alumnos son extranjeros… y aún así logra mejores resultados que muchos colegios de élite.
Visitamos sus aulas para descubrir la receta de su buena educación. El primer mandamiento: «Si hay silencio en clase es que algo va mal»
Nada más entrar en clase ocurre algo insólito: nada. El aula de quinto de primaria está abarrotada pero nadie me presta la más mínima atención. Doy algunos pasos entre las mesas, me asomo al centro de un grupo de alumnos, pero ninguno levanta la vista. Me ven, pero me ignoran. En mis tiempos, y en otros colegios, cualquier persona, animal o cosa que se manifieste en la puerta de un aula se convierte de forma instantánea en la mejor escapatoria.
Hace tres meses un nuevo milagro atrae peregrinos a uno de los barrios más pobres del área metropolitana de Barcelona. Curiosos, estudiantes de magisterio, académicos y comitivas institucionales se desplazan semanalmente hasta La Florida, en L’Hospitalet de Llobregat, para visitar el prodigioso colegio Joaquim Ruyra. Yo soy uno de esos peregrinos.
Todo empezó cuando se hicieron públicos algunos de los resultados de las pruebas de competencias básicas que realiza la Generalitat. Los datos revelaron que el nivel académico de los alumnos de primaria de este centro público está muy por encima de la media. En algunas materias supera incluso el de los colegios privados de más prestigio de Cataluña. Lo llamaron «milagro educativo».
«El 92% de nuestros alumnos son de origen extranjero y más del 95% reciben una beca de comedor. Se supone que estos resultados no salen de un barrio como éste. Se supone», dice risueño Miquel Charneco, el jefe de estudios. «Todo el mundo nos pregunta lo mismo», continúa Raquel García, la directora del centro, «que cómo lo hacemos y que dónde está el truco. Nosotros les decimos que no hay truco, sólo la medida justa de azúcar, y les invitamos a verlo».
Durante tres días observaré de cerca este colegio. Elaboraré una lista de particularidades, una especie de recetario o cuaderno de rarezas, según se mire.
En primer lugar, todas las aulas tienen las puertas abiertas y desde el pasillo se oye un runrún de voces. Antes de cruzar el umbral de la clase de quinto veo un niño sikh con el moño tradicional en la frente, una niña negra altísima y un chaval con cenefas en el cuero cabelludo. De repente me asalta una timidez infantil. Una clase, o lo que muchos entendemos por ella, es uno de los espacios más solemnes a los que uno puede enfrentarse. Sin importar la edad, siempre revive el miedo a ser observado, evaluado.
Los alumnos de quinto curso están divididos en cuatro grupos. Deben realizar cuatro actividades distintas de 20 minutos de duración. Éste es el tiempo que, según el equipo directivo, son capaces de mantener una concentración óptima. De modo que la clase de matemáticas durará dos horas. Cada equipo realizará cuatro actividades relacionadas con la asignatura. Los grupos interactivos, así se llama este sistema, es como funcionan aproximadamente el 60% de las horas lectivas en el Joaquim Ruyra.
Como herramientas de apoyo están el cronómetro digital colgado en la pared y cuatro adultos, uno en cada conjunto de mesas. «Hoy tenemos dos voluntarios, un lujo», apunta Raquel, la directora. «Siempre garantizamos que haya al menos dos adultos por clase, el tutor y un maestro de apoyo, luego jugamos con los voluntarios».
Esta es una de las pocas rebeliones formales del centro: los maestros de educación especial y del aula de acogida se integran en la clase ordinaria. «Al segregar a los alumnos la autoestima bajaba en picado», dice Raquel. «Es como una escuela de idiomas en la que tus compañeros no saben nada y no quieres hablar con tu profesor. Les dábamos un cuaderno especial que terminaba sirviendo de excusa cuando algo les parecía difícil: ‘¡Profe, es que soy del aula de acogida!’».
Sadaf es madre voluntaria, procede de Pakistán y hace 17 años que vive en el barrio. Se pasea alrededor de su grupo con un sari perfumado, mirada exigente y los brazos cruzados. «En este colegio puedes saber qué hacen los niños en clase. ¿Cuántos padres lo saben realmente?». Madre y tía de varios alumnos del Joaquim Ruyra, viene cada semana. «A otras familias de mi país les gusta que venga, y a mí también».
El alboroto que arma el grupo de Sadaf es considerable. Ella da pequeños toques en el culo a los estudiantes para que se sienten, pero es complicado. Los chavales están absorbidos por batallas de cálculo mental. Por parejas, y con una tableta electrónica como tablero, los estudiantes juegan a ver quién pulsa antes el resultado correcto de una operación matemática. La concentración es total, están en una burbuja. Al final de la partida, el ganador lo celebra y el perdedor mira el cronómetro y pide la revancha. A pesar del vocerío, en ningún momento el aula se descontrola: «Nadie se estresa porque saben que pasarán por todas las actividades», dice la directora. La actividad de matemáticas es un juego de mesa.
Javier, de pelo cano, hace de trilero en el grupo de al lado. Es padre de dos alumnos del colegio y viene desde que está en paro: «Vamos a complicarlo un poquito. Hay que asegurar que el camión rojo pueda salir». Javier orquesta un ejercicio de geometría espacial. Los alumnos deben conseguir que el camión rojo salga del parking moviendo otros coches de lugar. «Ahora tú, Jasmín», le dice una niña a otra. «Así, entre todos. ¡Sois unos cracks!». Javier se levanta y propone un choque de manos, y los estudiantes responden felices.
«Nosotros estamos sabiendo lo que pesa un boli», cuenta Mohamed, ajustándose las gafas al entrecejo. En su grupo tratan de adivinar el gramaje de varios objetos y luego lo comprueban con una balanza de las de pesos. Hace tres años que Mohamed viene a este colegio: «El profesor de mi anterior escuela no era bondadoso, nos ponía a mi amigo y a mí en dos esquinas de la clase y estábamos muy distanciados. Yo solo quería ayudarle porque es mi amigo».
Sin pretenderlo, Mohamed acaba de señalar una de las claves del Joaquim Ruyra: el aprendizaje dialógico. «Si no entiendes un ejercicio, ¿quién te lo va a explicar mejor?», me pregunta la directora. «¿El profesor, el libro, o un compañero? Siempre es mejor que te lo explique un igual. Por eso aquí funcionamos al revés: si hay silencio en clase es que algo va mal».
Hago recuento. En mi lista de particularidades están las puertas abiertas, la charla como método y un ambiente parecido al de un club de juegos de mesa, concentrado y relajado a partes iguales. Además, las paredes están llenas de chuletas, «referentes» que crean los alumnos y que les ayudan a retener trucos de decimales y acentos. Para Mohamed, esta escuela es como su casa: «Solo que en vez de hacer lo que yo quiero, tengo que hacer cosas que me piden. Y esas cosas son divertidas».
A última hora una escena insólita ingresa en la lista. Mientras la maestra de segundo se dirige a los alumnos, otro maestro irrumpe y pregunta a viva voz: «¿Cómo se dice luciérnaga en catalán?». «Cuca de llum», dice ella, «¡cuca de llum!», corean todos. «¡Uau! No lo sabía, muchas gracias».
Miquel, el jefe de estudios, aprovecha para comentar que «la clase magistral está obsoleta», y que lo que acabo de ver es otra estrategia del colegio. «Evidenciamos a propósito nuestro desconocimiento y la búsqueda de soluciones. Antes los profesores eran eruditos que leían más que el resto de la población. Quedaba muy mal hacerle según qué preguntas o demostrar desconocimiento. Ahora estamos en la sociedad de la información».
Miquel asegura que alguna vez ha sacado el móvil en clase para buscar algo, a modo de diccionario o de enciclopedia. «¿Por qué no?». Me quedo pensativa y anoto la siguiente ecuación: «No saber -> vergüenza -> no aprender. ¿Cuántas veces nos pasa?».
Hace una década que este colegio, construido en 1974, tenía que haberse tirado abajo. La crisis provocó la suspensión del nuevo proyecto arquitectónico y el viejo edificio sigue entre la vía, los Bloques Florida y los coches patrulla de los Mossos, que casi forman parte del paisaje del barrio. Los bloques son viviendas sociales levantadas durante el franquismo. Hasta el cambio de siglo, estuvieron habitadas mayoritariamente por familias gitanas.
«En el año 2000 teníamos 15 chavales de origen extranjero; en 2016 el porcentaje se invirtió y ahora tenemos 15 nacionales, uno o dos por clase», dice Raquel. Pero el cambio demográfico no fue el detonante de la transformación del centro, sino la movilidad de los alumnos. «Si haces una foto al principio de curso y al final, no parece la misma clase. Tenemos una movilidad del 40%. A esto lo llaman escuela autobús, los alumnos entran y salen».
Los desahucios, los cambios de domicilio y el retorno al país de origen son los motivos más habituales. «Muchas familias vuelven porque aquí les va mal», cuenta Miquel mientras recorta unos papeles diminutos en la sala de profesores. «Es lo que tenemos y con eso trabajamos», zanja la directora con un optimismo marcial, sorbiendo un vaso de agua. «Buscamos la excelencia, la buena convivencia y la integración. Las quejas, fuera». Luis, tutor de sexto, comenta: «Tengo amigos policías que me dicen que este colegio es un oasis. La Florida es uno de los barrios más conflictivos de Barcelona».
Hace poco menos de una década, Raquel y Miquel iniciaron un curso de formación de un año con un asesor del Departamento de Educación de la Generalitat. Al finalizarlo supieron que el sistema con el que soñaban existía y tenía nombre: comunidad de aprendizaje. Están tan entusiasmados que se pisan al hablar. Se convierten en alumnos revoltosos e impacientes por contar lo que saben sobre este método de enseñanza.
«El secreto de los nórdicos es que los maestros trabajan como médicos. Es decir, leen estudios y revistas científicas», dice Miquel. «Mira, en educación se estila mucho el postureo», corta ella. «Pongo un sofá de Ikea, dejo que entren a clase a su ritmo y hala, ya soy innovador. No va de eso. Nosotros nos basamos en evidencias, no en ocurrencias». Miquel remata: «No quieres que tu dentista te saque una muela con un método de hace 30 años. Quieres lo más moderno y que esté avalado por la ciencia».
El jefe de estudios termina de recortar los misteriosos papelitos y me pide que le acompañe. «¡Bieeeen!», se oyen gritos de eureka. Cinco niñas de tercero están de pie alrededor del grupo de mesas, observando con fascinación el movimiento de una mariquita amarilla. La mariquita es un robot. «¿Cómo funciona?», pregunto. «Tenemos que decir las partes del sistema respiratorio por como entra el aire, y decirle a la mariquita que vaya», responde Jenifer. Sobre la mesa hay un tablero transparente fabricado por el equipo de profesores. Las cuadrículas pueden llenarse con cualquier cosa, como fichas con términos del sistema respiratorio. «¿Qué viene después de los pulmones?», pregunta Marta a su compañera Azra. «¡Los bronquios!», contesta ella. Azra mueve los dedos sobre el lomo de la mariquita y pulsa las coordenadas para que avance sobre las casillas: «Un, dos, tres, giro a la derecha, uno y dos», dice con un dedo sobre los labios. Cuando Azra aprieta OK, el robot se mueve lentamente hacia donde los bronquios, y si el cálculo es correcto,«¡bieeeeen!».
En este colegio se utilizan libros convencionales, pero también recursos digitales, objetos manipulables y debates. La mariquita me parece un insecto educativo fascinante. Consigue que los alumnos aprendan la lección de naturales, a calcular y programar, también practican la expresión oral y se estimulan mutuamente. Aunque hay liderazgos, todas las niñas se sienten parte del grupo.
El colegio Joaquim Ruyra será innovador, pero desde luego no es hippie según la acepción anárquica del término. Se parece más a un reloj suizo. De hecho, los papelitos que Miquel reparte entre los profesores son horarios de bolsillo. «Es mi sudoku. Cada semana hacemos un esfuerzo muy grande para gestionar los recursos humanos y ahorrar. Tenemos robots, pero porque fabricamos muchos materiales. ¡Nuestros ordenadores son donativos que llegaron desde Madrid!».
Por un error administrativo, el Joaquim Ruyra cuenta con cinco profesores menos de los que le tocarían. «Somos la única escuela del barrio que no está calificada como de máxima complejidad. Llevamos tres años quejándonos al Departament. Con esos refuerzos haríamos virguerías».
Durante la última evaluación externa de sexto de primaria que realiza la Generalitat, el porcentaje de estudiantes del Joaquim Ruyra con nivel alto sobrepasó con creces la media catalana. Según datos del Departament d’Ensenyament, un 55,2% de los alumnos este centro tienen un nivel alto de catalán, cuando la media de nivel alto en esta asignatura es del 25%. En lengua castellana, los alumnos con nivel alto del Ruyra llegan al 39,3% (la media es de 20,8%). En inglés, el 32,1% contra 24% y en matemáticas se alcanza un porcentaje prodigioso (un 58,7% contra un 30,6% de media).
Carme Ortoll, Directora General de Educación Infantil y Primaria de la Generalitat, dice que las comunidades de aprendizaje catalanas mantienen sus resultados académicos, y que algunas, como el Joaquim Ruyra, mejoran en algunas competencias: «En matemáticas es donde la mejora es más evidente».
Joaquim Prats, catedrático de Didáctica de las Ciencias Sociales en la Universidad de Barcelona, opina que este centro es atípico: «Visito muchos colegios y para mí ha sido especialmente llamativo. Los resultados del Ruyra deberían ubicarse en el lado bajo de la tabla y se sitúan donde están los colegios de las familias bien de Barcelona».
Prats, que también es ex presidente del Consejo Superior de Evaluación del Sistema Educativo de Cataluña, cree que el Joaquim Ruyra refuta una teoría consolidada en el mundo educativo, a saber: en los resultados académicos de un niño pesa más la familia que la escuela. «No creo que un colegio pueda imitarse, pero sí creo que deberíamos aprender de éste», dice Prats. «Sobre todo los centros con dificultades donde los maestros ya se han resignado».
Más rarezas para mi lista: en este colegio adoran las inspecciones y los exámenes. «Puede parecer extraño, pero la evaluación es fundamental para nosotros», comenta Raquel. Aunque «no son disidentes» y ponen las notas que manda la Administración, también han instaurado una evaluación interna «que es la que los niños viven». Al parecer estos exámenes propios se viven como premios, porque es cuando los alumnos son evaluados individualmente. «Después de muchos grupos interactivos, toca medir los niveles de competencias. Uno debe de ser consciente de su propio proceso de aprendizaje».
Último día. En la clase de quinto, un grupo de niños trabaja para calcular el área de un triángulo. La escena recuerda a los boxes de la Fórmula 1. Uno escribe en la pizarra blanca, otro señala un folio, otro borra con un trapo los cálculos antiguos. Actúan con pasión y velocidad, se dan órdenes matemáticas, como si tuvieran que ganar una carrera. El cronómetro marca ocho minutos.
Cuando terminan con éxito la operación, Chirine, la niña que escribe en la pizarra, define su colegio: «Este cole tiene una forma expertísima de trabajar, que es interactuar y ayudar a los otros. Antes éramos solitarios. Aquí podemos ayudar hasta a los padres, porque a lo mejor sabemos cosas que ellos ya han olvidado».
El milagro del Joaquim Ruyra no sería posible sin una realidad que no tiene que ver con notas ni rendimientos. Han conseguido que muchos padres hagan de voluntarios en los grupos interactivos (un 25% de los voluntarios son familiares directos, unos 100). Pero sobre todo han conseguido que en el barrio sientan que la escuela les pertenece, que no sean tímidos ni se sientan evaluados al cruzar el umbral de la puerta del aula.
«Siempre hemos visto al profesor como un mini demonio. Pensábamos que eran enemigos, y en realidad podemos hablar con ellos aunque tengan una carrera y nosotros nada». Maica es una de las voluntarias más conocidas del colegio. Su familia, que es «mezcla» pero siempre ha vivido con los gitanos, nunca se llevó bien con los maestros de la anterior escuela de su hijo Vicente, que era concertada por falta de plazas en la pública: «Tenía problemas. Al menos ahora lo que aprende, lo entiende».
Jubilados, vecinos y jóvenes ex alumnos entran y salen del vestíbulo del colegio con naturalidad, como si fuera una plaza. Se quedan el rato que les viene bien. «Nunca podemos decir a un voluntario que hoy no le necesitamos, porque si no, no vuelve. Tampoco hay requisitos ni un perfil», asegura Raquel. De hecho, hay voluntarios que son ex toxicómanos y analfabetos.
¿Qué pasa si, por ejemplo, un voluntario no sabe dividir? Raquel tiene una respuesta para aquellos que dudan, que al principio son muchos: «¿Tú le dices a tu niño que no haga los deberes en tu casa porque no te acuerdas de dividir? No, le preparas un sitio tranquilo y vigilas que lo haga limpio, te aseguras de que trabaje. Eso es dinamizar». ¿Y si un voluntario se equivoca al enseñar una lección? «¡Mejor!», batea Raquel. «Los niños se matan para argumentar su postura. En ese momento, la lección hace ¡clac!, no la olvidan jamás, la asimilan para siempre». Maica lo confirma: «¿Que me he equivocado? Ellos se motivan y a mí me va bien».
Paulatinamente, las interacciones entre la gente del barrio y los alumnos dentro del aula generan una especie de transformación social por un efecto espejo. Primero la escuela se abre a los padres, después la gente la hace suya y luego el barrio termina autoeducándose. De alguna forma, muchos voluntarios cambian la percepción de sí mismos.
Maica, por ejemplo, se siente mejor desde que es voluntaria: «Veo que puedo ayudar en otras cosas. Antes pasaba más, ahora en el barrio me conoce todo el mundo». María del Mar, con los ojos un poco llorosos, lo toma casi como una terapia: «Los niños te amansan un montón. El día a día es duro, estás quemadita, pero vienes aquí y todo cambia, ves que eres importante para ellos. Y los directores dan ternura, aquí dan ternura». Raquel sintetiza: «Para la convivencia en el barrio, este colegio es más efectivo que 20 lecheras de los Mossos. Algunos voluntarios no cambian su conducta en la calle si ven un coche de la policía, pero si ven a los niños, sí. No les decimos que son referentes, lo ven ellos mismos».
Los prejuicios y los roles también se debilitan. Un ejemplo ocurrió hace poco. Dimitri, un joven ex alumno que ahora va al instituto, se presentó para hacer de voluntario varios días seguidos, hasta que se confesó: «Profe, es que me han echado». «Lo habían expulsado. En vez de irse a fumar al parque, viene y se pone en serio», dice Miquel.
Esto es precioso, le digo al jefe de estudios. «Un milagro, ¿no?», contesta él. «Tenemos muchos conflictos, pero los solucionamos de la misma forma que les exigimos a los alumnos, con diálogo igualitario. Yo no puedo expulsar a tu hijo diciéndote que ha cometido tres faltas y que ésa es la normativa. Las familias saben que estamos aquí para ayudarles, por eso ellos también están. ¡Incluso nos traen las cartas del banco o de Hacienda!».
Enric es maestro jubilado. Durante 40 años ha enseñado en la escuela pública de L’Hospitalet y ahora es voluntario del Joaquim Ruyra. Se toma su tiempo para decir qué diferencia a este centro de otros. «Esto nunca se reconoce, pero diré la paz social. Este colegio aporta tranquilidad».
El Joaquim Ruyra, en realidad, no parece un colegio. No he visto ningún empujón, colleja o burla; tampoco se percibe esa fuerza de contención que impera en muchos centros. De hecho, cuando suena el timbre que anuncia la hora del patio, los de quinto ni se inmutan, quieren terminar de valorar la actividad con su tutor. En el pasillo no hay hordas saliendo en tropel.
Dijo Raquel que se trataba de la cantidad justa de azúcar. Precisamente, la sensación es la de estar en una gran fábrica de chocolate donde todo funciona con unas normas estrictas que todos siguen por su propio placer. Los alumnos son receptores y reproductores de un método que entienden y disfrutan. «Cualquiera que se sienta mal en otro colegio puede venir, les gustaría hasta dormir aquí. Para mí esta escuela es como Marruecos, donde siempre voy y vuelvo», dice Chirine.
Según la web de las comunidades de aprendizaje, en España hay 209 centros que siguen este sistema, con especial éxito en Andalucía, Castilla-La Mancha y en Cataluña, donde cada año de dos a tres centros educativos se suman. «Yo estoy enamorado de esto. Creo que este sistema podría cambiar la educación de todo el país, también la universidad», dice Luis, tutor de sexto. «Funciona en favelas de Brasil y en escuelas de élite de EEUU y del País Vasco. No depende de los recursos».
Pero no todo el sector educativo opina lo mismo. Cuando se publicaron los resultados que trajeron la fama a este colegio, arreciaron las críticas. «En el foro de la USTEC, el sindicato de Ensenyament, lo cuestionaban todo. Decían que teníamos más maestros y menos alumnos, lo cual no sólo es falso, sino que es al revés: tenemos menos profesores de los que nos tocarían y una ratio de 25-36 alumnos por clase. Todos callaban cuando les decía que vinieran a verlo», dice Luis.
Las comunidades de aprendizaje han sido avaladas por la Comisión Europea a través del proyecto Includ-ED, y se han publicado estudios sobre ellas en revistas de Cambridge y Harvard, pero hay quien duda de que la base científica a la que aluden sus promotores sea tan evidente. El catedrático de Sociología Mariano Fernández Enguita cree que los procedimientos de investigación de los grupos académicos que las defienden, como el CREA, son superficiales y sesgados. Luis cree que el rechazo viene del miedo: «Hay muchos profesionales que no están dispuestos a salir de su zona de confort y prefieren no romper con los patrones y dogmas. Es desconocimiento y es miedo. Y te voy a ser sincero: esto implica mucho trabajo. En vez de preparar una clase, tienes que diseñar cuatro actividades de 20 minutos».
Más allá del escepticismo y las críticas que las comunidades de aprendizaje puedan generar, es pertinente preguntarse quiénes pueden verse amenazados por un colegio de élite ubicado en medio de un polvorín, un gueto, tal como lo llaman algunos de sus vecinos.
Miquel y Raquel se despiden invitando a los lectores a visitar el centro: «Eso sí, tendrán que hacer de voluntarios», dice el jefe de estudios con el dedo en alto, y añade una última reflexión: «Lo que nos obsesiona no es enseñar, sino que los alumnos aprendan. No es lo mismo, si lo piensas bien».
Para ser un milagro, del Joaquim Ruyra se sale creyendo menos en lo divino que en lo humano.